Un día después de tener muchas idas y venidas emocionales dije, ya está, escribiré el blog. Pero esta no era la primera vez que lo pensaba. Confieso que he intentado crear este espacio desde el 2021 aproximadamente con un enfoque casi siempre del mismo tema (psicología) aunque siempre con la misma sensación de nunca saber lo suficiente, de no estar preparada para dar lo que sabía, de que otros lo harían mejor y más completo que yo. De hecho, aún lo creo. Lo que pasa es que después de muchísima terapia también puedo reconocer que mi punto de vista es único y que sería egoísta no compartirlo. Confío en que estas palabras te pueden ayudar como han ayudado a tantas de mis amigas y familia.
Cuando empecé los primeros proyectos había terminado mi licenciatura y un diplomado por lo que me creía suficientemente preparada para dar terapia. ¡Vaya error! Pero lo intenté aunque siempre con enfoque en lo que la psicología llama la psicoeducación porque finalmente es lo que me gusta. Total que al poco tiempo lo dejé con responsabilidad por el bienestar de los consultantes pero más aún por el mío. Podría contarte toda la historia de barreras académicas y burocráticas que me impedían continuar con la práctica pero en cambio me parece más interesante contarte lo que descubrí. Durante la carrera haciendo prácticas clínicas una de mis profesoras siempre comentaba que después de cada entrevista terapéutica con pacientes psicóticos era recomendable comer algo para reponer fuerzas ante el desgaste que conllevaba la situación y esto sin duda era cierto pero en mí era inevitable, me sentía totalmente drenada y no podía sino comer para volver a regular mi cuerpo. Esa fue una de las primeras señales de mi sensibilidad pero me costó mucho más tiempo descubrirla. Fui avanzando siempre con esa sensación de facilidad por entender lo que le pasaba al otro así que sólo le puse el nombre de empatía y continué mi camino. Emigré y el cambio de vida me pegó muchísimo desde antes de llegar a mi nuevo país. Me costó mucho aceptar el diagnóstico pero fue clave en mi mejora después de 9 meses de medicación. No era la primera vez que tenía depresión pero la carga que para mí llevaba aceptarlo en esta etapa de mi vida fue duro. Cuando un año y medio después dejé la medicación aun me sentía demasiado vulnerable en el mundo exterior así que continué con la psicoterapia por unos meses hasta que por fin volví a brillar. Desde ese entonces hasta el año pasado muchas veces he sentido que la «depresión» vuelve a mi pero hace un año cuando cambié de trabajo me encontré un libro titulado El Don De La Sensibilidad / The Highly Sensitive Person de Elaine Aron y me cambió la vida. Empecé a comentarlo en terapia pero sobre todo empecé a darle sentido a mi vida. A mirar mis situaciones de vida con un enfoque más compasivo, a quererme justo como me hacía falta y a saber manejar lo que venía de fuera para procesarlo diferente. Honestamente pienso que la sensibilidad sí es un don siempre que sepas como manejarlo.
En este espacio quiero que aprendas sobre la sensibilidad pero también quiero que sientas que tienes herramientas, tips para tus relaciones, para tu trabajo, te traeré historias compartidas que me llegaron para enseñarme, hablaremos sobre vinculos, conflictos y salud mental pero sobretodo quiero que te tomes estos minutos de lectura para sentirte mejor contigo mismo y que si te hace sentir bien lo compartas para que otros también se llenen de amor propio. Porque esto, también me PASó.
